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2024 Meditaciones de Cuaresma

El Salmo 51:10 dice: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y pon un espíritu nuevo y recto dentro de mí."

Reflexione sobre su calidad de nuevo en Cristo mientras transita por las Meditaciones de Cuaresma de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo, escritas por Miguel Escobar, y descubra nuevas formas en que su fe le guía por el mundo. Utilice este espacio para leer y releer las Meditaciones de Cuaresma semanales.

2024 Meditaciones de Cuaresma: Febrero 14-18

MIÉRCOLES DE CENIZA, 14 DE FEBRERO

¿No consiste, más bien, el ayuno que yo escogí, en desatar las ligaduras de impiedad, en soltar las ataduras del yugo, en dejar libres a los quebrantados y en romper todo yugo?

Isaías 58:6

 

Todos los años, el pueblo cristiano tiene la oportunidad de empezar el Miércoles de Ceniza con uno de los textos más profundos de la Biblia: el capítulo 58 de Isaías, que es, para mí el equivalente literario de una gran tormenta.

El pueblo de Israel creía ser muy fiel y, al mismo tiempo, poco se ocupaba de los pobres. En este capítulo, Dios sondea la profundidad y autenticidad de ese pueblo, porque la fetidez de esa hipocresía llegaba al cielo. Desde allí Dios ruge: “He aquí que en el día de su ayuno, [ustedes] logran su deseo y explotan a todos sus trabajadores” (Isaías 58:3b).

Empezar la Cuaresma leyendo Isaías 58 nos prepara para que, durante cuarenta días, confrontemos preguntas profundas sobre nuestra autenticidad. Exploraremos qué significa ser fieles en nuestros días, conscientes de que, al fin y al cabo, el ayuno y sacrificio que Dios desea consiste en “desatar las ligaduras de impiedad, en soltar las ataduras del yugo, en dejar libres a los quebrantados y en romper todo yugo” (Isaías 58:6).

 

Lecturas de hoy
Salmo 103 o 103:8–14 | Joel 2:1–2,12–17 o Isaías 58:1–12 | 2 Corintios 5:20b—6:10 | Mateo 6:1–6,16–21

 

Este vehemente mensaje de Isaías 58, ¿podría estar llamándote a una nueva manera de vivir la Cuaresma? ¿De qué modo?

 

 

JUEVES 15 DE FEBRERO

Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre si gana el mundo entero y se destruye o se pierde a sí mismo?

Lucas 9:24–25

 

Este jueves después del Miércoles de Ceniza, la Escritura nos presenta una visión rica y complicada sobre la vida y la muerte. Empezando en Deuteronomio 30:15, Dios describe dos sendas: “Mira, pues, yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal”. En Salmo 1:3-4, dice que quienes siguen la Ley serán “como el árbol plantado junto al río”, pero quienes caminan con pecadores son “como paja que se lleva el viento”.

Estos pasajes marcan un fuerte contraste: de un lado, está la vida y la prosperidad; del otro, la muerte y la adversidad. El contraste entre la luz y la oscuridad hace que la última lectura sea todavía más notable, dado que el mensaje de Jesús en la cruz complica esta visión polarizada de la realidad.

Al fin y al cabo, Jesús disfruta una paradoja provocativa.

En Lucas 9:24, Jesús declara: “Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la salvará”. De nuevo se presentan la vida y la muerte, pero en este caso, ganar el poder y el prestigio del mundo es como la paja que arrebata el viento; y la humillante crucifixión, que tan perplejos nos deja, es la semilla de la que nace vida nueva.

 

Lecturas de hoy
Salmo 1 | Deuteronomio 30:15–20 | Lucas 9:18–25

 

A veces nos cuesta captar los extraños y paradójicos mensajes de la cruz. ¿Qué significa hoy día perder la vida por la causa de Dios? ¿Cómo puede ser el camino de la cruz un comienzo en vez de un final?

 

 

VIERNES 16 DE FEBRERO

Vayan, pues, y aprendan qué significa “Misericordia quiero y no sacrificio”. Porque yo no he venido para llamar a justos, sino a pecadores.

Mateo 9:13

 

En la lectura del Evangelio, condenan a Jesús y sus discípulos por fraternizar con “la gente incorrecta”. Las autoridades religiosas de ese tiempo los criticaban por sentarse a comer con los muy aborrecidos recaudadores de impuestos y pecadores. Jesús responde diciendo: “Vayan, pues, y aprendan qué significa ‘Misericordia quiero y no sacrificio’” .

Veo dos partes en la respuesta de Jesús. Primero, nos manda a todos que “vayamos y aprendamos”. Vayamos y aprendamos lo que significa seguir a Dios en este mundo complejo y confuso. Vayamos y aprendamos lo que significa tener el corazón quebrantado, y darse cuenta de que también hemos quebrantado los corazones del prójimo. Vayamos y aprendamos lo que significa haberse esforzado al máximo y sin embargo experimentar un fracaso total. Vayamos y aprendamos los nombres y las historias de la gente que hemos juzgado pecadora.

Después del “ir y aprender”, hay una segunda parte: empezar a aprender que la misericordia, y no el sacrificio, es lo que distingue a los fieles. Jesús insiste en que vivir la vida con compasión le complace a Dios más que indignarnos y juzgar a los demás.

 

Lecturas de hoy
Salmo 51:1–10 | Isaías 58:1–9a Mateo 9:10–17

 

La gente juzga. En algún momento, todos hemos rotulado a la gente de buena o de mala, de pura o de impura. ¿Cómo podemos, en vez de juzgar, comenzar a interesarnos por la gente que hemos desdeñado?

 

 

SÁBADO 17 DE FEBRERO

Si quitas de en medio de ti el yugo, el acusar con el dedo y el hablar vilezas; si tu alma provee para el hambriento y sacias al alma humillada, tu luz irradiará en las tinieblas, y tu oscuridad será como el mediodía.

Isaías 58:9b–10

 

Hoy volvemos a Isaías capítulo 58, que para mí resume toda mi fe. Tras cuestionar la profundidad y autenticidad de una fe basada en la exhibición, el profeta Isaías establece lo que Dios ve como religión verdadera. Dios declara: “Si tu alma provee para el hambriento y sacias al alma humillada, tu luz irradiará en las tinieblas, y tu oscuridad será como el mediodía” (Isaías 58:10).

A lo largo de los siglos, eruditos y teólogos se han esforzado por espiritualizar un lenguaje tan simple y directo. En los siglos II y III, algunos cristianos interpretaron “el hambriento” diciendo que significaba “el que tiene hambre espiritual”. Aunque las Escrituras hablan claramente de los sufrimientos de la gente pobre, lo de “quitar el yugo” pasó a significar proporcionar cualquier forma de alivio.

Aunque la tradición de buscar un significado espiritual puede ser muy bella, es vital recordar el significado concreto del hambre, la pobreza y el sufrimiento. Durante Cuaresma, hagámonos estas importantes preguntas: ¿Estoy agregándole cargas a la gente pobre, o ayudando a quitarles el yugo? ¿Estoy compartiendo mi comida con la gente hambrienta, o la reservo para un grupo exclusivo de familiares y amistades? ¿Qué conexión existe entre mi vida y las necesidades de la gente afligida? En Isaías, Dios nos urge a hacer esa conexión, a hacernos más generosos y abastecer las necesidades de la gente afligida; de ese modo, nuestra luz irradiará en las tinieblas, y nuestra oscuridad será como el mediodía.

 

Lecturas de hoy
Salmo 86:1–11 | Isaías 58:9b–14 | Lucas 5:27–32

 

Una de las maneras en que mi cónyuge y yo tratamos de “quitar el yugo” de la gente que vive en la pobreza es haciendo donativos a la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo. Hay un programa en particular que nos gusta apoyar: Moments That Matter® (Momentos que cuentan), un programa en el que la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo trabaja en asociaciones y ayuda a niñas y niños de hasta 3 años de edad a alcanzar su máximo potencial. ¿De qué forma concreta podrías tú ayudar hoy a “quitar el yugo”?

 

 

PRIMER DOMINGO EN CUARESMA, 18 DE FEBRERO

Dios todopoderoso y sempiterno: Tú no aborreces nada de lo que has creado y perdonas los pecados de quienes se arrepienten; danos corazones nuevos, penitentes, para que, llorando nuestras faltas y reconociendo nuestra imperfección, obtengamos, por tu gran misericordia, perdón y remisión completa; por Cristo Jesús nuestro Señor, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, ahora y siempre.

Amén.

El Libro de Oración Común, p. 162

 

Lecturas de hoy
Salmo 25:1–9 | Génesis 9:8–17 | 1 Pedro 3:18–22 | Marcos 1:9–15