El efecto dominó de empoderamiento en la República Democrática del Congo

Mujeres y niñas

Participantes en un taller de formación y concientización.

«Mi esposa, Brigite, tomó un curso de costura en el centro de formación. Al principio tuve dudas, pero luego vi el efecto positivo y comprendí la importancia del programa para las mujeres de la comunidad. Ahora, ambos estamos cosechando los beneficios».

Brigite y Orionzi viven en la República Democrática del Congo, en la misma pequeña comunidad rural donde crecieron. 

La pareja se conoce desde hace casi toda la vida y están juntos desde que eran adolescentes. Después del nacimiento de su primer hijo, vivieron tres años con los padres de Orionzi. Durante ese tiempo, Brigite tuvo a su segundo hijo y soñaban con cambiarse de casa. 

Cuando finalmente lo hicieron, Brigite se quedaba en casa con los niños mientras Orionzi se dedicaba a la agricultura a pequeña escala. Este acuerdo les proporcionaba una fuente segura de alimentos, y Orionzi podía vender el excedente de producto en el mercado. 

«En lugar de esperar a que mi esposo cubriera todas mis necesidades», dijo Brigite, «decidí aprender un oficio».

Brigite, participante en el programa y beneficiaria de un certificado de costura

«La agricultura nos ayudó a resolver los problemas alimentarios», explicó Brigite, «pero no cubría otras necesidades como la atención médica ni la educación de los niños». 

En ese entonces, Episcopal Relief & Development y la diócesis anglicana de Aru lanzaron el Programa de Prevención y Respuesta a la Violencia contra Mujeres y Niñas (PREVIFE, por sus siglas en inglés). Como parte del programa, los equipos de PREVIFE abrieron un centro de formación profesional para madres jóvenes. Cuando las mujeres alcanzan la independencia económica, pueden ejercer un mayor control sobre el rumbo de sus vidas y su futuro.

«En lugar de esperar a que mi esposo cubriera todas mis necesidades», dijo Brigite, «decidí aprender un oficio». 

Se inscribió en un curso de costura de 6 meses de duración para obtener un certificado. Tras recibir su certificado, trabajó en un taller de costura local y después emprendió su propio negocio.

Brigite en su taller de costura.

«Inicié un taller de costura en mi comunidad. La gente me trae ropa para arreglar y otros me encargan uniformes para sus hijos. Con esto gano lo suficiente para cubrir las necesidades del hogar. Además, compré un molino para que la comunidad pueda moler su grano a cambio de algo de dinero». 

Brigite ahorró lo suficiente para invertir en el crecimiento de su negocio. 

«Compré dos máquinas de coser de buena calidad y una máquina para dibujar, especial para  prendas», explicó. «Además, compré un terreno para construir un segundo taller».  

Como parte del programa, Brigite completó un curso para convertirse en «organizadora comunitaria». En este, educa a las personas de su comunidad sobre la violencia contra mujeres y niñas. Brigite es una persona de confianza y es considerada un recurso para las madres jóvenes de la comunidad, y sus talleres de costura se destacan por la seguridad y calidez para tratar temas delicados.  

«Estoy ayudando a madres adolescentes a ser autosuficientes», comentó, «y estoy creando conciencia entre los jóvenes sobre la prevención de la violencia en mi comunidad».  

A través de su trabajo, Brigite está marcando la diferencia en la vida de las personas de toda su comunidad y ayudando a cambiar las actitudes y comportamientos tradicionales que perjudican a mujeres y niñas. 

Brigite y Orionzi en el taller de costura de Brigite.

«He aprendido mucho», afirma su esposo Orionzi. «Aconsejo a los hombres más jóvenes de la comunidad. A los que están casados, les digo que apoyen a sus esposas. Brigite me habla acerca de la violencia contra las mujeres y las niñas. «Les digo a otros hombres que también reflexionen sobre eso en sus propios hogares».

Brigite y Orionzi ahora tienen una familia con tres hijos. Brigite es la principal proveedora de la familia y la pareja comparte las responsabilidades de crianza. 

«Nos está yendo bien», afirmó Brigite. «Me encargo de mi taller, y eso contribuye al bienestar de nuestra familia. Mi esposo cuida bien del campo, y eso también nos ayuda en nuestro hogar. Vivimos con amor». 


 

Nuestros resultados en números

  • 762,000
    mujeres

    participaron en actividades relacionadas al programa

  • 92
    líderes juveniles

    participaron en cursos de prevención de la violencia

  • 1,500
    sobrevivientes

    recibieron atención y apoyo

  • 2,073
    mujeres

    participaron en actividades económicas

Una nota del director en video

Nicole Hosein, directora de prevención de la violencia, protección y resiliencia, comenta cómo nuestros programas están ayudando a las comunidades a escribir nuevos relatos sobre la dignidad y la esperanza.

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